Renta, discusión y sustancia

agro

Diferentes interpretaciones de lo que es la renta, dan lugar a análisis distintos sobre las características de economías con importante producción primaria. Sin una correcta definición, se puede sobreestimar su cuantía, y se puede malinterpretar su influencia general sobre la economía, atribuyéndole “capacidades” que no tiene . El objeto de este artículo será intentar acercar el núcleo teórico del debate, como punto de apoyo para quienes estén interesados en profundizar en él. Para esto, vamos a definir el origen y la sustancia de la renta, basándonos en los textos de Marx y la interpretación de Rolando Astarita .

Objeto y problema

En un sentido práctico, en su apariencia inmediata, la renta es la parte de la plusvalía que se apropia el terrateniente. El derecho jurídico del propietario de una tierra, le permite cobrar un canon por su uso…
Pero la mera propiedad territorial no genera renta, dado que no produce valor. Es la actividad productiva, realizada por asalariados y comandada por un empresario arrendatario, la que engendra el ingreso sobre el que se sustrae la parte de la renta.
De este modo, el origen de la renta debe buscarse en las condiciones generales de la producción, dentro de las normas que rigen la producción de valor.

Nada se resuelve con el poder jurídico de estas personas de hacer uso y abuso de porciones del planeta. El uso de estas porciones depende por entero de condiciones económicas, independientes de la voluntad de aquellas personas.(Marx, 1984: 794)

Para ser absolutamente claros en este respecto: cuando Marx se ocupa de señalar que no hay que confundir a la renta verdadera con cualquier canon cobrado por el terrateniente (por ejemplo, un interés sobre el capital fijo invertido en la tierra), al hacer esta distinción, Marx nos quiere explicar cómo la renta tiene un contenido diferente al mero poder jurídico monopólico del terrateniente. La sustancia de que está hecha la renta, es plusvalor, y la magnitud de esa renta, está determinada por la magnitud de la plusvalía generada en cada empresa.
Las condiciones para que ese plusvalor tome la forma de renta, son dos: primero, que la productividad de la empresa basada en una determinada tierra, sea tan alta, que permita producir más valor que la norma, y por lo tanto, que permita obtener una ganancia extraordinaria, tal que supere a la tasa de ganancia media. Asimismo, que el carácter no reproducible de cada tipo de tierra, otorgue un carácter permanente a tal ganancia extraordinaria.
Segundo, si dicha tierra pertenece a un terrateniente, éste exigirá el pago de la parte extraordinaria de esa ganancia, que así toma la forma de renta .
Sin embargo, si el capitalista y el terrateniente son la misma persona, la forma de la renta se vuelve indistinguible de su contenido: la ganancia extraordinaria. Pero el fenómeno no desaparece, sigue existiendo una ganancia extraordinaria que es fruto de que se produzca sistemáticamente más valor en unas tierras que en otras. Éste es el contenido de la renta, y como tal, es lo que debe ser explicado.

Discusión

Sin embargo, a la par de desarrollar la explicación de Marx, cabe hacer lugar a una objeción de autores como Juan Iñigo Carrera (en adelante JIC). La renta existe cuando tierras de igual extensión rinden distintos valores, y tierras con mayor fertilidad natural o artificial producen más valor con igual cantidad de trabajo y capital.
Pero JIC niega que estos diferentes valores constituyan verdadero valor. Afirma que toda cantidad de trabajo igual debe producir una misma cantidad de valor, y por lo tanto, es sólo el valor comercial el que varía:

“Astarita cree que la apropiación de una plusvalía extraordinaria por vender a un precio comercial que se encuentra por encima del valor individual, y por lo tanto, la capacidad para disponer de una mayor porción del producto del trabajo social del que efectivamente se ha aportado individualmente a éste, se alimenta del aire. (…) El valor de una mercancía es la cantidad de trabajo abstracto socialmente necesario que se gastó de manera privada e independiente para producirla” (Iñigo Carreras, 2009: 2 Negritas nuestras)

La causa de esta variación sería el hecho de que en el agro, el precio de producción no está determinado por los costos (más tg media) modales, sino por los costos de la tierra menos fértil, que son los más altos, y por lo tanto, las unidades basadas en tierra más fértil, con costos menores e igual cantidad de trabajo y capital, venden al mismo precio que la unidad menos eficiente y más cara. De hecho en el capítulo 39 del tomo 3, Marx muestra que la existencia de renta diferencial implica que la suma de los precios de producción individuales es inferior a la suma de los valores comerciales, y en seguida agrega que eso constituye un «falso valor social»…
De todo esto, JIC deduce que el valor comercial que realiza en el mercado el producto portador de renta, surge de un intercambio desigual, de menos valor por más valor, una sustracción al valor generado en otros sectores. El mecanismo sería el del encarecimiento de la fuerza de trabajo, hecho que al aumentar los costos de capital variable y reducir la tasa de ganancia, perjudica al capital industrial, que pagaría la mercancía fuerza de trabajo por encima de su valor. También los insumos primarios tendrían que apreciarse “artificialmente”, lo que debería aumentar los precios generales.

La ganancia extraordinaria que se convierte en renta diferencial de la tierra agraria (o minera, etc.) es una apropiación de plusvalía a la que se accede gracias a la productividad diferencial del trabajo aplicado sobre una determinada tierra con una cierta intensidad de capital, a consecuencia de los condicionamientos naturales diferenciales existentes en la misma. Pero la fuente de esta plusvalía no se encuentra en la producción agraria misma (…) Este mayor valor comercial se proyecta sobre el capital desembolsado y sobre el costo de los medios de vida que, de modo más o menos directo, se producen con ellas. De manera que dicho mayor valor entra en la determinación del precio de producción de estos medios de vida y, por lo tanto, en el costo que éstos tienen para sus compradores.(…) Por lo tanto, la renta diferencial portada en los precios de estos medios de vida entra en la determinación del valor de la fuerza de trabajo y, de ahí, en la del salario normal general (…) Desde el punto de vista del conjunto del capital de la sociedad, la renta diferencial constituye un «falso valor social» (…), ya que la misma no encierra contenido alguno de trabajo socialmente necesario gastado privadamente para producir las mercancías agrarias.(…) Esto es, el capital total de la sociedad paga el falso valor social constituido por la renta diferencial a expensas del valor real extraído gratuitamente a sus obreros, o sea, a expensas de su plusvalía. (Iñigo Carreras, 2009: 3-4)
Resolución
La revisión de esta posición debe comenzar por la noción de valor. JIC habla de «tiempo de trabajo socialmente necesario individual», y de trabajo que “se gastó”, en tiempo pasado, como si fuera lo que constituye el valor. Pero el tiempo real que le haya llevado a una empresa producir su mercancía, no determina por sí mismo su valor, sino que éste está regido por el nivel de productividad de toda la rama. El “tiempo de trabajo socialmente necesario” (en adelante TTSN) es una norma de la que los trabajos individuales se diferencian, y con la cual se comparan, para validarse como tal TTSN y por lo tanto, como valor.
La causa de esto se encuentra en el carácter del valor como mecanismo que emerge de la particular división del trabajo en el capitalismo:

La cuestión del valor en la economía política clásica es la de determinar cómo se regula la distribución del trabajo social entre las distintas actividades en un sistema de productores independientes, es decir, en un marco donde no hay asignación directa, pues la producción social se halla fragmentada en unidades privadas rivales, y donde los productos del trabajo toman la forma de mercancías (son productos para el intercambio). En una producción de este tipo, sin determinación expresa o consciente de la producción social, y por tanto, donde el trabajo individual no es directamente social, el mecanismo regulador asume la forma, por primera vez en la historia, de una ley económica –que llamamos indistintamente ley del valor o modo de producción capitalista– cuyo significado es el de una determinación objetiva de los tiempos de trabajo requeridos socialmente para la producción de cada tipo de mercancía. El modo en que dicho mecanismo opera es sobradamente conocido: en ausencia de coordinación directa, los productores individuales toman libremente sus propias decisiones –acerca de qué, cuánto, cómo y dónde producir–, de tal modo que su supervivencia en la lucha competitiva dependerá en último término de que sean lo suficientemente eficientes en el ahorro de trabajo por valor de uso producido, o lo que es lo mismo, de que operen, en cada caso, de acuerdo a la productividad media vigente que marca la norma del TTSN en cada momento.
Ahora bien, el acierto o no de todas esas decisiones productivas privadas –esto es, la constatación de si los productores operan o no de acuerdo al TTSN– sólo se revela a posteriori con la comparecencia de los productos del trabajo en el mercado, pues es entonces cuando tales decisiones quedan confrontadas con la necesidad de la demanda solvente. Por tanto, es sólo a través del intercambio mercantil como se establece la comparación e igualación de los trabajos privados, homologándolos como auténtico trabajo social, proceso que se expresa como ajuste tendencial del valor de cambio al valor, a la norma del TTSN. Ocurre así que el único modo que tiene una sociedad basada en la producción de mercancías de comprobar cuál es el TTSN pertinente en cada caso no es otro que a través del mercado. No se trata de una segunda determinación (“la demanda”) de la noción de valor, junto a la de la productividad del trabajo (“la oferta”), como interpretan muchos autores, sino del mecanismo por el que se realiza una categoría que se define propiamente en el ámbito de la producción. Es así que la ley del valor constituye un mecanismo de distribución indirecta (a posteriori) del trabajo social total en proporciones que resulten adecuadas para la reproducción ampliada del sistema. Lo que se intercambia bajo la forma precio –o, alternativamente, bajo la forma de determinadas proporciones de mercancías– son cantidades de ese tiempo de trabajo social medio. El modelo completo –que obviamente no podemos desarrollar aquí– da cuenta de la necesidad de un equivalente general, el dinero, como verdadera encarnación del TTSN; todo ello a diferencia de los modelos ricardianos, donde el dinero es un simple numerario dentro de una especie de economía de trueque generalizado. (Nieto Ferrández, 2011: 2-3)
Como explica Marx en el tomo I de El Capital, las mercancías no llevan al mercado, en su corporeidad, un átomo de valor, ningún signo corpóreo del tiempo que ha llevado producirlas, por lo tanto, de nada le valdrá a una empresa tardar el doble en producir cada pieza, no por ello estará produciendo el doble de valor: el “valor” individual no es el valor social.
Por el contrario, como todas las mercancías del mismo tipo son iguales en el mercado, asimismo su valor es el mismo, y éste no se establece antes de su comparación con otras mercancías. El carácter indirecto de la validación social del trabajo, el hecho de no ser directamente reconocido como socialmente necesario, implica la posibilidad y el peligro de haberse realizado inútilmente, cosa que sólo se descubre en el “salto mortal de la mercancía”.
Pero suponiendo correspondencia entre oferta y demanda en el marco de la competencia, los precios se ajustan a los valores más generalizados, que son los “valores individuales” de las empresas modales. Será su productividad modal la que determine cuánto tiempo es socialmente necesario invertir en la producción de una mercancía. El tiempo que se exceda de la norma, será tiempo desperdiciado, no valor. Por lo mismo, una empresa que pueda producir cada unidad en menos tiempo, produce más valor que el correspondiente a sus costos (contables y en trabajo), y el trabajo, aunque más breve, es más eficiente, tiene una mayor potencia creadora de valor, comparado con la media. Éste es el famoso “trabajo potenciado”, del capítulo 10 del tomo 1 de El Capital, sobre el que luego volveremos. La cantidad de trabajo que “se gastó”, la suma de gasto de energía que se haya incorporado a una mercancía en el pasado, no determina el valor, sino que éste depende de la cantidad de TTSN que rige en el presente como norma, para reproducir esa mercancía.
En definitiva, para sostener la noción de valor de JIC, hay que suponer que es una sustancia física que portan las mercancías, y que por lo tanto es equivalente exactamente a la cantidad de trabajo físico que ha sido incorporado en ellas. Pero a esto es pertinente la misma crítica que sufrieron los fisiócratas y ricardianos: no puede dar cuenta de la creación de valor mediante la mera transformación de la materia, sin adición de unidades físicas al valor de uso, y se pierde la distinción entre valor de uso y valor, como dijimos antes al señalar la imposibilidad de que el valor de uso «denuncie» en su cuerpo, cuánto valor porta.
La razón de que esto sea así, es que el valor es una relación social que se objetiviza en la relación mercantil, y el trabajo, aunque sea gasto de energía, sólo vale para la sociedad, en tanto pueda cumplir los parámetros sociales que lo validan como socialmente necesario, mediante mecanismos indirectos: el trabajo individual no es directamente social, sino indirectamente social, a través de la objetivación mercantil. (Si olvidamos el uso de la idea de “TTSN individual”, y suponemos que JIC en realidad sólo quiso referirse al valor individual, es decir al tiempo de trabajo insumido en forma individual, la crítica es la misma).Aclarado lo anterior, es fácil abordar el siguiente paso del argumento de JIC.
Si creyéramos que los valores individuales fueran los verdaderos, independientemente de la media social, y las empresas menos eficientes generaran más valor que las más eficientes, y por lo tanto, aún en las condiciones en que la competencia y la libre movilidad de capitales permiten que el precio se ajuste al valor de las empresas modales, y así se forme el valor medio (el valor social real para nosotros, no para JIC) de la rama; si aún en estas condiciones «normales» existiese una apropiación de valor por parte de las empresas más eficientes, que venden a un valor social superior a su valor individual, a costa de las empresas menos eficientes, o en su defecto, a costa de otras ramas…
Pues bien, si ése fuera el caso normal en la interpretación de JIC, cuánto mayor sería la sustracción de valor, si sucediera, como pasa en el agro, que el precio de producción no puede ser regulado por las empresas modales, debido al hecho de que hay condiciones naturales de producción que no pueden ser reproducidas por la simple agregación de inversiones. Si el precio de producción está regulado, pues, por la productividad de la empresa basada en la peor tierra, entonces, todas las demás empresas, cuya productividad es superior en diversos grados, venderán a un valor comercial superior a sus respectivos valores individuales.
Esto último, la diferencia entre valor comercial y valor individual, es efectivamente así, resta interpretar si por algún motivo esto implica transferencias de valor, o si simplemente ocurre lo mismo que en otras ramas. Para esto, veremos cómo aplica Marx la noción de trabajo potenciado, al agro.En el capítulo 38 del tomo 3, Marx elige explicar el carácter de la renta a partir del ejemplo de un sector industrial, para demostrar así su carácter general. Postula una industria en la que las empresas utilizan máquinas de vapor como regla general, y que por representar el nivel de productividad predominante, determinan el valor social. Añade la existencia de algunas empresas basadas en tierras en las cuales pueden aprovechar la energía de saltos de agua, en lugar del vapor. Estas empresas disfrutan de una ventaja, la misma que normalmente usufructúan las que potencian su productividad por medio de mayores inversiones en capital fijo.
Éstas también, como toda actividad humana, utilizan fuerzas naturales que no pagan y que se combinan con el esfuerzo puramente humano… Entonces no reside en eso la diferencia. En este caso, sólo habrá una particularidad: mientras que los menores costos y la mayor productividad pueden ser emulados eventualmente por toda la rama si su causa es la inversión, en cambio, en la situación del ejemplo, la mayor eficiencia proviene de una productividad basada en una fuerza natural que no puede reproducirse, que está limitada a ciertos puntos del territorio.

Emana de la mayor fuerza productiva natural del trabajo, vinculada a la utilización de una fuerza natural, pero no de una fuerza natural que esté a disposición de cualquier capital en la misma esfera de producción, como por ejemplo la elasticidad del vapor.(Marx, 1984: 829)
Por lo tanto, la diferencia entre la ganancia extraordinaria típica y la renta, se reduce a que esta última tiene carácter permanente, al menos hasta que no sea superada su ventaja por innovaciones posteriores en el resto de la rama.
Esta ganancia extraordinaria, o renta si es el caso, no altera el precio, sino que lo presupone, y aprovecha su ventaja para maximizar la ganancia.
Como vimos, no consiste en una violación de la ley del valor, sino en una forma de su funcionamiento normal. Marx insiste en ello, al explicar en el mismo capítulo, que es el mecanismo de formación de precios a partir de los valores, el responsable de que sistemáticamente, y no sólo en el agro, sean distintos los valores individuales, de los valores sociales:

Si los diferentes valores no se compensasen para formar los precios de producción, y los diversos precios de producción individual no se compensasen para formar un precio de producción general, regulador del mercado, entonces el mero incremento de la fuerza productiva del trabajo en virtud del empleo de la caída de agua sólo reduciría el precio de las mercancías producidas con la caída de agua, sin elevar la parte de ganancia ínsita en esas mercancías, exactamente de la misma manera en que, por otra parte, este incremento en la fuerza productiva del trabajo no se convertiría de ningún modo en plusvalor si el capital no se apropiase de la fuerza productiva, natural y social, del trabajo que emplea, como si fuese suya propia.(Marx, 1984: 831)

Otra vez, el valor no es directamente proporcional al tiempo de trabajo. Esta cita de Marx le da sentido a aquello del «falso valor social» del capítulo 39, que ha causado tantos enredos, y que es lo último que nos toca explicar. Veamos:

«En general, al considerar la renta diferencial debe observarse que el valor de mercado se halla situado siempre por encima del precio global de producción de la masa de productos» (…)
«Es ésta la determinación mediante el valor de mercado, tal como el mismo se impone sobre la base del modo capitalista de producción, por medio de la competencia; ésta engendra un valor social falso. Eso surge de la ley del valor de mercado, a la cual se someten los productos del suelo. La determinación del valor de mercado de los productos, es decir también de los productos del suelo, es un acto social, aunque socialmente inconsciente y no intencional, que se basa de manera necesaria en el valor de cambio del producto y no en el suelo ni en las diferencias en su fertilidad. Si se imagina abolida la forma capitalista de la sociedad, y la sociedad organizada como una asociación consciente y planificada, los 10 quarters representarían una cantidad de tiempo de trabajo autónomo igual a la que se halla contenida en 240 chelines. Por consiguiente, la sociedad no compraría ese producto del suelo por una cantidad 2 veces y media mayor que el tiempo de trabajo real que se encierra en él; con ello desaparecería la base de una clase de terratenientes. Esto obraría exactamente igual que un abaratamiento del producto por igual monto en virtud de una importación extranjera.”(Marx, 1984: 848-849)
Recordemos que los precios de producción pueden ser inferiores o superiores a sus respectivos valores, dependiendo de la composición orgánica relativa . Si en el agro, una baja composición orgánica determina que los precios de producción sean inferiores a los valores propios de la rama (supuesto de Marx que habría que medir en la actualidad) entonces el hecho de que tales precios de producción sean asimismo inferiores a sus valores comerciales, no implica que éstos sean superiores también a los valores. En el caso de la renta absoluta, Marx trabaja con la idea de que los valores comerciales son, al mismo tiempo, superiores a los precios de producción, pero inferiores al valor.
De este modo, la referencia al “falso valor social” queda claramente ligada a la “determinación mediante el valor de mercado, tal como el mismo se impone sobre la base del modo capitalista de producción, por medio de la competencia” como algo opuesto a lo que sucedería en una economía socialista, no como opuesto a lo que sucede en otras ramas.Esperamos que a la luz de las explicaciones anteriores, estas últimas citas puedan ser interpretadas de una forma distinta a la del sobreprecio y las consecuentes sustracciones de valor.
También podemos hacer notar que, bajo el supuesto de un encarecimiento de los medios de vida de la fuerza de trabajo, éste se entiende dentro de los mecanismos de la ley del valor, por variaciones en los costos de producción, y el efecto es el de una caída de la tasa de ganancia de los capitalistas, no necesariamente una suba generalizada de precios.
Del mismo modo, la variación de los precios de los insumos, aunque cause subas de precios, tampoco es exclusividad de los avatares del agro, y aunque lo fuera, como hemos visto, no se explicaría de modo diferente a como se explica cualquier variación en las relaciones de precios.Este debate se bifurca mucho más allá de lo que puede exponerse aquí, en múltiples intercambios entre varios autores, entre los cuales, evidentemente, acordamos con la interpretación que hace Astarita de la obra de Marx. Solamente aspiramos a introducir el núcleo de la discusión.
Como palabras finales, vale hacer notar que la interpretación de la renta de JIC no se ocupa de refutar la teoría de Marx, ni su teoría general del valor, ni su explicación de la renta. Simplemente se construye un aparato teórico divergente del de Marx, bajo la bandera marxiana, sin reconocer las contradicciones. Esto es un inconveniente para la continuación del debate.

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1 ) Por ejemplo, hay quienes sostienen que las variaciones de la renta son las que determinan los ciclos de tipo de cambio alto o bajo en Argentina. A lo que responde Astarita en su “Respuesta al profesor Iñigo Carrera”(Astarita, 2009).
Sobre la cuantía de la renta, un trabajo de E. Maito (2015) critica por sobreestimadas, las mediciones de Iñigo Carrera.

2 ) Según un trabajo de Caligaris (2014), en el que ordena mucha bibliografía pertinente al debate, la interpretación de Astarita estaría en la línea que (desde Marx y pasando por Lenin, diríamos nosotros) fue tomada por la ortodoxia soviética, mientras que la línea que sigue Juan Iñigo Carrera, se habría iniciado en Laclau.

3 ) A largo plazo, la clase de los terratenientes tiende a apropiarse de toda la ganancia extraordinaria, en forma de renta. Sin embargo, en el corto plazo, los contratos de arriendo pueden durar lo suficiente como para que una inversión del arrendatario pueda redundar en un aumento de la productividad, que pueda ser usufructuado por él mismo. Mientras dure el período del contrato de arriendo, estará a salvo de la competencia de otros empresarios que quieran arrendar la tierra. El canon que debe pagar se mantendrá fijo, mientras que sus posibles aumentos de rentabilidad, le pertenecerán exclusivamente a él. Sin embargo, en cuanto finaliza el contrato de arriendo, la fertilidad aumentada se vuelve propiedad del terrateniente, y por lo tanto, las nuevas negociaciones de arrendamiento, se harán en base a estas nuevas condiciones, lo que equivale a decir que el nuevo monto de la renta será superior al anterior. En este proceso, la clase terrateniente tiende a apoderarse de toda la ganancia extraordinaria, pero asimismo algunos arrendatarios tienen la posibilidad de beneficiarse por encima de la tasa de ganancia media, en lapsos determinados.

4 ) Ver nota a pie de página nº 2.

5 ) Recordemos que el tiempo de trabajo socialmente necesario no es sólo el que cuesta, en promedio, producir una mercancía, sino también qué cantidad de tal mercancía puede digerir el “estómago” de la sociedad: “Pero si el valor de uso de una mercancía en particular depende de que la misma satisfaga, de por sí, una necesidad, en el caso de la masa social de los productos de esa mercancía depende de que la misma sea adecuada a la necesidad social cuantitativamente determinada de cada tipo de producto en particular, y por ello el trabajo se halla proporcionalmente distribuido entre las diversas esferas de la producción en la proporción de estas necesidades sociales, que se hallan cuantitativamente circunscritas. (Incorporar la consideración de este punto al tratar la distribución del capital entre las diversas esferas de la producción.) La necesidad social, es decir, el valor de uso elevado a la potencia social, aparece aquí como determinante de la cuota del tiempo global de trabajo social correspondiente a las diversas esferas de la producción en particular. Pero sólo se trata de la misma ley que se manifiesta ya en la mercancía individual, a saber, la de que su valor de uso es un supuesto de su valor de cambio, y por ende de su valor. Este punto sólo tiene que ver con la relación entre trabajo necesario y plustrabajo en la medida en que al afectar esta proporción no pueda realizarse el valor de la mercancía, y por ende tampoco el plusvalor que en ella se encierra. Por ejemplo, supongamos que se hayan producido, proporcionalmente, demasiadas telas de algodòn, aunque en este producto global de telas sólo se realiza el tiempo de trabajo necesario para ello bajo las condiciones dadas. Pero en general se ha desembolsado demasiado trabajo social en este ramo particular; es decir, que una parte del producto es inútil. Por eso, la totalidad sólo se vende como si hubiese sido producida en la proporción necesaria. Esta limitación cuantitativa de las cuotas, aplicables a las diversas esferas en particular de la producción, del tiempo social de trabajo, sólo constituye la expresión ulteriormente desarrollada de la ley del valor en general, pese a que el tiempo de trabajo necesario implica aquí un sentido diferente. Sólo una determinada cantidad del mismo resulta necesaria para la satisfacción de las necesidades sociales. La limitación se produce aquí en virtud del valor de uso. Bajo las condiciones de producción dadas, la sociedad sólo puede utilizar determinada cantidad de su tiempo global de trabajo para esta clase de producto en particular.” (Marx, 1984: 817-818)

6 ) Resumimos cómo se forman los precios de producción en El Capital: si cada tipo de mercancía se vendiera a un valor proporcional al tiempo de trabajo socialmente necesario que cuesta producirla, entonces las ramas con mayor proporción de trabajo vivo sobre trabajo muerto (capital variable sobre capital constante), al producir más valor, generarían mayor plusvalor que las otras ramas. Pero si los capitales tienen libre movilidad, es natural que de las ramas menos rentables éste fluya hacia las más rentables. Es decir, que de las ramas con mayor composición orgánica, tiende a fluir el capital hacia las ramas con menor composición orgánica… Este proceso se mueve en esa dirección, hasta que el aumento de inversiones en las ramas atrasadas, hace que aumente la oferta de ese tipo de mercancías. Esto continúa hasta que ocasiona una baja de los precios de este tipo de mercancía, hasta el punto de disminuir la rentabilidad de la rama, hasta el nivel en que su tasa de ganancia se equipara con la de las otras ramas de similar tamaño. Un precio en este nivel, es el llamado precio de producción. En tal momento el flujo de inversiones deja de tener razón de ser, y el resultado final, o la tendencia, es que todas las ramas de similar tamaño obtengan una misma tasa de ganancia, independientemente de la cantidad de valor que hayan generado internamente. Al mismo tiempo, al frenarse o huir la inversión de las ramas con mayor composición orgánica, el precio de sus mercancías tiende a subir por falta de oferta, lo que hace aumentar la tasa de ganancia. Como resultado de esto, hay ramas en las que el precio de producción es más bajo de lo que sería el precio proporcional al valor, porque son las de menor composición orgánica, mientras que lo opuesto ocurre con las ramas con mayor composición orgánica. Los precios de producción distintos a los precios proporcionales a los valores son la norma, no la excepción, ya que existen distintas composiciones orgánicas entre ramas. A su vez, es alrededor de los niveles de los precios de producción, como de “centros de gravedad”, que se mueven los precios de superficie, en respuesta a las variaciones circunstanciales de la oferta y la demanda.
Como curiosidad, podemos agregar que se debe a este mecanismo, el hecho de que los vinos añejos sean más caros que los nuevos: simplemente insumen más capital constante.

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Bibliografía

Astarita, Rolando (2009): “Respuesta al profesor Juan Iñigo Carrera” http://rolandoastarita.com/novRespuestaaInigocarrera.htm Última consulta 25/02/2016

Caligaris, Gastón (2014): “Dos debates en torno a la renta de la tierra y sus implicancias para el análisis de la acumulación de capital en la Argentina” http://revistaryr.org.ar/index.php/RyR/article/view/518 Última consulta 25/02/2016

Iñigo Carrera, Juan (2009): “Renta agraria, ganancia del capital y tipo de cambio: respuesta a Rolando Astarita” http://www.ips.org.ar/wp-content/uploads/2011/04/Juan_Inigo_Carrera_Respuesta_a_Astarita_sobre_renta.pdf Última consulta 25/02/2016

Maito, Esteban Ezequiel(2015): “Valor, capital industrial y renta del suelo” http://www.academia.edu/10173455/Maito_Esteban_Ezequiel_-_Valor_capital_industrial_y_renta_del_suelo Última consulta 25/02/2016

Marx, Karl (1984): “El Capital”, tomo 3, Siglo XXI, 3a edición.

Nieto Ferrández, M. (2011): “Valor y productividad en la teoría del valor-trabajo” https://marxismocritico.com/2011/10/23/valor-y-productividad-en-la-teoria-del-valor-trabajo/ Última consulta 25/02/2016

https://revistapropuestamarxista.files.wordpress.com/2016/07/rpm2a4.pdf

Acerca de Ezequiel

Marxista.
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9 respuestas a Renta, discusión y sustancia

  1. Antonio dijo:

    Recuerdo que decías en una artículo, no lo encuentro ahora, que como las mercancías eran intercambiables entre sí, tenían que tener una única sustancia y no varias que determinaran su valor de cambio, y que en el caso de las mercancías, era el trabajo social necesario. En las abstracción fruto, diríamos que el elemento común que tienen todos ellos individualmente, que los determina y les hace pertenecer a ese conjunto, sería que son el producto del desarrollo del ovario de una flor , pero en el caso del conjunto frutas, ya no sería una única sustancia determinante sino dos y es que a ser el producto del desarrollo del ovario de una flor, habría que añadir su cualidad de comestible. En el caso de las mercancías yo encontraría dos determinantes por un lado que tuvieran trabajo incorporado y por otro que su destino es el mercado. Entonces?

    • Ezequiel dijo:

      De cualquier concepto pueden encontrarse varias cosas en común que determinan la pertenencia al género. Pero nuestro problema es otro: no determinar qué es una mercancía, caso en el que tendremos en cuenta lo que mencionas, sino, de esas mercancías, qué es lo que determina el valor. Entonces, por el carácter cuantitativo de la relación de cambio entre las mercancías, sabemos que la sustancia debe ser cuantificable, y debe ser una sola, porque de otro modo, no puede sumarse. Para ver más: http://www.nodulo.org/ec/2004/n024p01.htm

  2. Antonio dijo:

    ¿ Y por qué no puede ser más de una sustancia? ¿Por qué no pueden sumarse, si, pongamos por caso, estas sustancias son cuantificables?

  3. Ezequiel dijo:

    En una fórmula matemática, no pueden sumarse números cuyo denominador sea diferente. Por eso hay que reducirlos hasta tener un denominador común. Esta posibilidad de reducción es posible en una fórmula matemática en la que tales números no estén asociados a entidades diferentes. Por ejemplo, si tenemos 2/3 + 4/6, la resolución es posible, además de simple, pero si tenemos 2/3manzanas + 4/6peras nos quedamos trabados irremediablemente.
    Sólo si reemplazamos «peras» y «manzanas» por una única entidad, «frutas», podemos resolver la suma.

  4. Fran dijo:

    Ante una misma magnitud de escasez, se dice que un incremento en la utilidad o la necesidad se traduce en un aumento del precio, pero esto dependerá del capital de cada uno, y por lo tanto la TUM se olvida de la variable del «esfuerzo» económico en relación con el capital disponible. No se puede entender la variable utilidad/ necesidad sin la variable esfuerzo, porque la necesidad puede determinar mi conducta solo en función de mis capacidades. Así pues, por ejemplo, una persona que disponga de un capital de 100.000 millones de $ y unos ingresos millonarios cada mes y otra que disponga de un capital de 10 mil $ y unos ingresos ajustados mensualmente, teniendo la primera la céntesima parte de magnitud utilidad/ necesidad que la segunda ante una misma escasa mercancía, si la segunda está dispuesta a pagar por su gran utilidad para ella 5000 $, lo que se traduce en un esfuerzo del 50% de su capital, la segunda podría estar dispuesta a pagar hasta 500 millones de dolares sin comprometer en su esfuerzo por obtener esa mercancía deseada ( aunque menos deseada que el segundo) más que «solo» 500 millones de $, un esfuerzo del 0.5% del capital. En realidad podría ofrecer mucho menos, porque a partir de 5000$ la mercancía sería suya. Si la TUM no incluye esta variable de esfuerzo económico es totalmente errónea, así de claro, pero ni aún incluyéndola, lo que complica el análisis, lo sería, por la multitud de explicaciones que se han dado en este blog, por ejemplo, y porque la Economía no funciona así.

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